fbpx

Dan, un adolescente de 16 años, entró a mi oficina. Estaba totalmente desorientado… y aterrorizado. 

Dan había sido referido a mi porque sus padres pensaban que tenía un problema de drogas. Se sentó mientras volteaba la mirada a todos los rincones de mi oficina de manera abrupta, como si buscara algo con miedo. 

– Dan, ¿Sabes dónde estás?

Dan no contestó, seguía buscando algo en las paredes de mi oficina y al escuchar mi voz se asustó aún más.

– Dan… ¿Sabes en dónde te encuentras? – Insistí.

Dan siguió sin contestar. Después de un largo e incómodo silencio, volteó a la lámpara del techo de mi oficina y al deslumbrarse por la luz, parpadeó por primera vez. Fue entonces cuando volteó a verme, su rostro reflejaba pánico y confusión. Reconocí ese tipo de mirada, lo había visto en pacientes con esquizofrenia. Pregunté por tercera vez…

– ¿Sabes dónde estás?

Dan parpadeó varias veces y con una voz temerosa respondió

– Se.. se… ¿seguimos en el videojuego?

Esta es la manera en la que el Dr. Nicholas Kardaras, uno de los principales expertos en adicciones y especialista en trastornos generados por el abuso de las tecnologías de información, narra su encuentro con Dan. Este sería el primero de una serie de nuevos pacientes, que a partir del 2007, empezarían a rondar su clínica para adicciones con un trastorno tipificado como “Psicosis Inducida por Videojuegos” conocido también como “El Efecto Tetris”. Este trastorno se genera en los individuos que han sido sometidos a jornadas excesivas de videojuegos, y que combinadas con privación del sueño, los llevan a perderse en la Matrix.

“Nos hemos vuelto tan dependientes de la niñera digital o de la llamada herramienta de aprendizaje virtual, que realmente no queremos escuchar que nuestros prácticos y elegantes teléfonos inteligentes y nuestros maravillosos iPads (que todo lo saben) pueden dañar los cerebros de nuestros hijos.” – Nicolas Kardaras

Mientras que en China se han identificado más de 20 millones de adictos y el problema es atacado como una crisis de salud nacional, en México ni siquiera está tipificado como un desorden psicológico. Estudios recientes que incluyen escaneos de cerebros han revelado que el exceso de exposición a las pantallas genera el mismo daño que la adicción a la cocaína, a pesar de eso, en México seguimos gastando una parte importante del presupuesto federal en la lucha contra el narco sin darnos cuenta, que la “cocaína electrónica”, está por cobrar una factura de dimensiones desconocidas. 

Las fotografías del niño en Torreón que disparó contra sus compañeros y su maestra le dieron la vuelta a México y al mundo en cuestión de minutos a través de las redes sociales. Las primeras explicaciones apuntaron a la tecnología y con los días hemos ido descubriendo el contexto en el que este pequeño se había criado. Aún sin conclusiones definitivas por parte de las autoridades y con muchas especulaciones deambulando por las redes sociales, vale la pena recordar que este, es el segundo caso que sucede en México.

El caso del niño que operaría de modo similar en Monterrey hace apenas un par de años, reveló que el mal uso de la tecnología en la vida de este pequeño fue uno de los factores que contribuyó al lamentable suceso. El niño de Monterrey en su calidad de huérfano digital y víctima de fenómenos como el de “La ballena azul”, terminó con su inocencia, con su vida y con la de otras víctimas inocentes en el camino.

¿Cómo pudo suceder esto? ¿Realmente la tecnología fue complice de este trágico incidente que cambió para siempre nuestras vidas?

Nuestros teléfonos celulares y tabletas se han vuelto omnipresentes desde hace poco más de una década. Sin embargo, hoy pareciera que hubieran nacido con nosotros, pues ocupan una parte considerable de nuestro tiempo.

Es importante entender que las tecnologías digitales son una herramienta como cualquier otra, la forma en que se utiliza es la que determina en última instancia cómo impactará nuestras vidas. No obstante, las consecuencias del abuso de estos sistemas empiezan a materializarse silenciosamente ante una población que no ha sido preparada para estas tecnologías. Aquí mencionamos algunos de los fenómenos que están contribuyendo al deterioro social por el uso incorrecto de las tecnologías de información:

🚫 Un medio sin censura para los niños

“Hijo, ¿me ayudas?” es el grito de auxilio de los adultos cuando nos atoramos con algún dispositivo digital. Ya sea un celular, una smart TV o una tableta, los niños terminan configurando los dispositivos electrónicos del hogar. Nuestros pequeños se han convertido en los “gerentes de Sistemas” de la casa, encargados de configurar el acceso a internet. Así, la mayoría de las veces, la configuración se queda sin controles parentales y abierta a todo tipo de contenidos exponiéndolos a un mundo sin censura.

Se estima que para la edad de 15 años un adolescente habrá sido expuesto a más de 500,000 imágenes de violencia

🤬😵🗯💣☠️ 🥊entre los que destacan palizas, mutilaciones, violaciones, asesinatos y decapitaciones por mencionar algunos. Si alimentamos con tanta violencia los cerebros de nuestros hijos ¿cómo podemos esperar que se comporten? Hace unos años estrenaron un documental en cine titulado “Super Size Me”. En este documental el protagonista se somete a una dieta de papas, refresco y hamburguesa de McDonald’s en sus tres comidas diarias. Antes de iniciar el reto se hizo un análisis clínico y todos sus niveles se encontraban dentro de lo normal. Antes de terminara el mes, su doctor le pedía que terminara con la dieta si no quería sufrir un infarto. Para cuando terminó el ejercicio todos sus niveles se habían disparado por el exceso de malos nutrientes. Lo mismo sucede con el cerebro de un niño. Su capacidad, su plasticidad y su desarrollo se ven profundamente afectados por los contenidos a los que se exponen los pequeños. ¿Te imaginas lo que medio millón de imágenes de violencia podrían hacerle al cerebro de un niño? Según la Academia Americana de Pediatría

“La exposición a imágenes violentas en etapas tempranas de la formación puede desarrollar comportamiento agresivo, desensibilización a la violencia, pesadillas y miedo constante a agresiones.”

🍼📱Huérfanos digitales

Un huérfano es por definición aquel niño cuyos padres están ausentes. La escena de los padres en centros comerciales, parques o espacios de convivencia con la cabeza inclinada y absortos en sus teléfonos móviles, es algo que cada vez se vuelve más cotidiano y “normal”. Los padres, distraídos por sus dispositivos, dosifican la atención a sus hijos de manera intermitente generando ansiedad y otros trastornos de los que ni siquiera se percatan justo por estar absortos en sus teléfonos. Hace un tiempo me encontré con este video en la web que retrata el impacto que los teléfonos móviles están generando en nuestras vidas. Cada vez que proyecto el video en alguna conferencia puedo ver cómo la audiencia se asombra al ver en la pantalla en lo que nos hemos convertido. Uno a uno los participantes de la conferencia van resonando con las situaciones del video y al final del mismo, invariablemente un silencio sepulcral inunda el espacio.

El Centro para el Desarrollo para la Niñez de la Universidad de Harvard, tiene ya tiempo investigando sobre el desarrollo del cerebro del niño. La conclusión sobre el impacto del estrés tóxico en los niños es fulminante:

“Un niño que es sometido a estrés tóxico durante su infancia, inhibirá las conexiones en el cerebro que tienen que ver con la comprensión y el aprendizaje, justo en la etapa en la que se deberían de estar generando más conexiones.”

Un pequeño que es desatendido mientras sus padres atienden sus dispositivos móviles es víctima de estrés tóxico, un niño que es atendido por un video juego o un video no apto para su edad es víctima de estrés tóxico. Así como nuestras acciones, los contenidos y aplicaciones de un dispositivo pueden inhibir el desarrollo neuronal, de igual forma existen en el mercado infinidad de opciones que pueden desarrollar el cerebro de nuestros niños de manera positiva, solo hay que estar al tanto de lo que hacemos y de lo que consumen en sus dispositivos.

Por otro lado, en el proceso de individuación del ser humano, la adolescencia se presenta como una de las etapas más complejas de nuestro desarrollo. Dotados de pensamiento crítico, conscientes de que no son papá o mamá, los adolescentes comienzan un proceso de búsqueda de identidad y se alejan del seno familiar. Estos jóvenes, que ahora pasan el tiempo buscando aprobación social, hoy están expuestos al arsenal y a la viralización de comentarios en redes sociales. En otros tiempos solo había que lidiar con los rumores de boca en boca.

Un comentario negativo, repetido por diez compañeros en clase, no tiene el impacto ni las dimensiones de lo que podría causar un video o una foto viralizado y repetido por un millón de usuarios.

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa llena de emociones pasionales como la confusión, la rebeldía, el desorden, la negligencia, la audacia, la fragilidad y el idealismo. Cuando un adolescente se enfrenta al desamparo y la pérdida del sentido de la pertenencia, busca fugarse de esa realidad a través del sexo, el alcohol, las drogas, la violencia, las manías, el fanatismo y en el peor de los extremos en el suicidio. Desafortunada o afortunadamente la “cocaína electrónica” se ha convertido en el canal de fuga ideal para estos chicos al estar disponible 24/7 y al alcance de sus manos. En sus teléfonos pueden desahogar su angustia compartiendo sus penas con personas que sufren al igual que ellos, pueden descargar su ira participando en el lichamiento de un cibernauta a través del cyberblulling o matando a diestra y siniestra en un video juego, o pueden convertirse en un mago que con sus hechizos podrían conquistar el mundo. Si fueras un adolescente ¿en dónde preferirías estar? ¿en el mundo real, víctima de las críticas y del bullying de tus compañeros, o en un mundo virtual, transformado en un héroe donde puedes siempre volver a empezar?

🌐 La supercarretera de la información; una carretera de cuatro carriles para la intolerancia 🗯

Parte fundamental de nuestro proceso de crecimiento como seres humanos es la socialización, que ocurre primero en el seno familiar y más adelante en distintos círculos sociales. En ese ejercicio de socialización se desarrolla la tolerancia o “convivencia armónica de las diferencias” como la define el Dr. Alfonso Ruiz Soto. Aprender a escuchar opiniones diversas y distintas a las de uno, y a debatir sanamente y con respeto por la opinión de los demás, empieza en casa con la sobremesa y se va expandiendo a otros ámbitos de nuestras vidas. Hoy las redes sociales nos han hecho intolerantes. Cuando mostramos un punto de vista diferente de inmediato aparecen los troles, somos expulsados por el administrador del grupo o hasta nos bloquean. Al ser expulsado, indignado, me encargaré de crear un grupo nuevo. Uno en donde yo sea el administrador para que no me vuelvan a expulsar y de la mano de aquellos que comparten mi punto de vista. Así vamos haciendo cada vez más estrecho nuestro mundo, nuestra tolerancia y nuestra capacidad de autocrítica; fundamental para el desarrollo personal y para fortalecer el sentido de comunidad. No es de extrañar que hoy día este tipo de actitudes se están saliendo de las redes sociales, manifestándose en forma de violencia física y verbal en las calles.

“Una vez glorificamos a Twitter como una gran plaza en la aldea global, un ágora brillante donde todos podían reunirse para conversar. Pero nunca he estado en una plaza en donde la gente pueda maltratar, insultar, intimidar, gritar, acosar, amenazar, perseguir, arrastrar y empujar a alguien solo para aliviar su propia rabia existencial… y ni siquiera puedes acudir a la autoridad.” – Nir Eyal

Con cada like un poco más triste 👍😐👍😕👍☹

Es una realidad: mientras más utilices Facebook peor te sentirás. En un estudio realizado por Gallup a 5,208 personas y específicamente destinado a conocer el impacto de Facebook en nuestra salud, los resultados arrojaron un constante deterioro en el bienestar de los usuarios, afectando no solo la salud mental, sino también la salud general. México es hoy día uno de los países con más penetración en redes sociales del mundo de acuerdo a un artículo publicado por Forbes, y si a eso le sumamos que en promedio un adolescente consume ocho horas de internet diario, estamos apostándole a que nuestros adolescentes sean víctimas de la vida digital si no ponemos atención o los preparamos para su uso.

De acuerdo al profesor Robin Dunbar, antropólogo, psicólogo y biólogo evolucionista británico, nuestro cerebro es capaz de llevar entre 100 y 250 relaciones de manera estable. Cualquier número arriba de eso requiere de una serie de reglas para mantener la cohesión de una comunidad. Tomando en cuenta que el promedio de amigos en Facebook es de 800, es prácticamente imposible atender a todos con la dedicación y el tiempo que le invertimos a las relaciones personales. Y aunque no nos comuniquemos de manera directa con esos 800 “amigos” sabemos que están al tanto de todo lo que publicamos. Esto ejerce un estrés social considerable, sobre todo cuando vemos que la foto de perfil de nuestro némesis en secundaria tiene muchos más likes que la publicación que compartimos en la mañana, pues como dice el Dr. C. J. Boyce, especialista en felicidad de la Universidad de Warwick

“El dinero solo te hace feliz si tu cheque es mayor que el de tu vecino.”

¡Un like más que tu! ¿Será suficiente para mi felicidad? 🤔

🖥 Redes sociales virtuales 🆚 redes sociales 👥

Hoy llamamos “redes sociales” al conjunto de herramientas digitales que nos permiten comunicarnos con otras personas a través de internet . Pero en realidad son redes sociales virtuales. Es importante marcar esta diferencia ya que una de las principales características de estas redes es la manera en la que responde nuestro cerebro.

El Dr. Stanley Milgram condujo un experimento en los años 60 en donde demostró que el 70% de seres humanos somos capaces de mandar a matar a otros individuos cuando estamos desconectados socialmente de ellos, esto es, cuando no tenemos interacción en el mismo espacio físico. A diferencia de las interacciones personales, las redes sociales virtuales generan una distancia por la propia naturaleza de los medios electrónicos. Esa distancia hace que nuestro cerebro no secrete oxitocina y serotonina cuando estamos conectados en línea, y no hay que olvidar que esos dos químicos son los neurotransmisores responsables de la empatía.

Por ello las redes sociales virtuales más que acercarnos a los demás, solo nos permiten comunicarnos, no nos conectan emocionalmente. Hoy un adolescente es capaz de terminar una relación a la misma velocidad con la que escribe un texto o un emoji 💔, algo que definitivamente no podría hacer tan fácilmente si estuviera cara a cara con su futura ex-novia.

El hombre es social por naturaleza. Nuestras neuronas espejo y la capacidad de sentir empatía es lo que nos ha permitido sobrevivir en este planeta. Biológicamente somos quizá el animal más frágil y desvalido, pero nuestra capacidad de socializar y de razonar nos ha puesto en la cúspide de la pirámide alimenticia.

Si la tecnología no tiene la culpa ¿Qué podemos hacer entonces?

La tecnología es una herramienta asombrosa. Pero al igual que cualquier otra herramienta es un arma de dos filos: si se sabe utilizar, los beneficios son incalculables, en cambio la ignorancia y sus posibilidades de mal uso pueden causar muchos estragos en nuestras vidas y en nuestra sociedad. En el caso particular de las redes sociales, desafortunadamente nadie nos enseñó antes a ser Ciudadanos Digitales. Ante esta nueva prerrogativa en nuestras vidas, la Ciudadanía Digital es fundamental para poder gozar de los beneficios de la tecnología y no perjudicarnos con ella. Usar de forma consciente las redes sociales implica tener los conocimientos básicos sobre las mismas y entender temas fundamentales como privacidad, controles parentales, cyberbullying, huella y reputación digital, entre otros.

En conclusión, no hace falta poner los resultados de algún estudio científico para entender que TODOS LOS EXCESOS SON MALOS.

Así que para empezar a prevenir los impactos de la tecnología, aquí te dejo algunos tips para que de manera inmediata puedas empezar a promover la salud digital en tu vida y en la de tus seres queridos.

📌 TIPS PARA BENEFICIARTE CON LAS TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN

  1. Haz un diagnóstico del tiempo ⏱ que dedican tus hijos a estas tecnologías y empieza a tomar acciones para mejorar su salud. En esta página puedes calcularlo. Se honesto, nadie podrá observar tus resultados. Una vez que decidas el destino de la tecnología en tu hogar no olvides predicar con el ejemplo.
  2. Promueve con tus hijos un uso más creativo y responsable de la tecnología 🎨📹🎤 Programas extracurriculares como el nuestro en Gnius Club están diseñados para que los niños dejen de ser consumidores digitales y se transformen creadores digitales ¿No te gustaría que tu hijo estuviera desarrollando sus propios videojuegos?
  3. Revisa los programas de tecnología 📚 en el colegio de tus hijos y asegúrate que incluyan temas como “Ciudadanía Digital” o “Uso responsable de la tecnología”. En Gnius Club hemos incluido estos temas como pilares de nuestro programa para blindar a nuestros genios.
  4. Promueve en espacios públicos o en tu colegio la proyección de materiales educativos como el documental “Screenagers”, una excelente herramienta para iniciar la conversación con tus hijos.
  5. 🛡Enséñalos a proteger su información🛡y la manera en la que se conducen en redes sociales. Este curso de google es ideal para empezar.
  6. Activa 🔛 los controles parentales en los dispositivos de tus hijos y controla el tiempo y el tipo de aplicaciones que podrán usar tus hijos.
  7. Pon atención en la clasificación y la edad de todas las aplicaciones y videojuegos 🎮🕹 que tus hijos tengan en sus dispositivos y solo permite aquellos acorde a su edad. Nosotros publicamos recomendaciones en nuestra página de Facebook que ayudan a su desarrollo cerebral.
  8. Integra en la red del hogar tecnologías que te permitan controlar la censura de contenidos. Dipositivos como LUMA facilitan este control e incluso permiten personalizar el tiempo de uso del internet por usuario.
  9. Enseña a tus hijos #PIENSA antes de que se enganchen en las redes sociales virtuales. PIENSA = Lo que vas a enviar antes de compartir ¿es POSITIVO? ¿Es INTERESANTE? ¿Tienes EVIDENCIA de que es ciero? ¿Es NECESARIO? ¿Estás SEGURO de que no te arrepentirás? ¿Es AMABLE?